INTERÉS SUPERIOR DEL SENAME
agosto 7, 2011, 1:13 pm
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El día martes 19 de Julio el Servicio Nacional de Menores (Sename) publicó en su página web las bases técnicas para los Programas de intervención y reparación de niños institucionalizados con proyecciones de integración a una familia alternativa a la de origen (familia adoptiva extranjera en la mayoría de los casos).
Estos programas surgieron el 2008 como una alternativa de intervención para niños que presentan vulneraciones en sus derechos producto del abandono y de la institucionalización prolongada, ya que Sename reconoce en las propias bases que las instituciones no cuentan con los profesionales ni con los recursos necesarios para intervenir a los niños que permanecen en las instituciones.
Este año se licitarán cinco programas para cuatro regiones del país, con un total de 120 plazas. Lo llamativo de este pequeño número de plazas es que hoy en Chile hay más de 12 mil niños institucionalizados, por lo que la cobertura de estos programas alcanza sólo para el 1% del total de menores en estas condiciones. Si Sename reconoce que son insuficientes las intervenciones para los niños institucionalizados ¿Qué ocurre con el otro 99% de los que permanece en las instituciones? No deja de llamar la atención que aquellos niños que se pueden beneficiar de una intervención terapéutica son sólo aquellos con proyecciones para la adopción.
Antes de esta licitación las intervenciones terapéuticas tenían por principio la elaboración y resignificación de las experiencias de institucionalización y abandono. En Chile se tiene la percepción de que las instituciones están atestadas de niños abandonados esperando por una familia, pero está percepción está lejos de ser real. Según el estudio del año 2010 titulado “Focalización del sujeto de atención y propuestas metodológicas para la intervención con niños, niñas y adolescentes en protección residencial” encargado por Unicef y Sename, el abandono de los padres como causal de ingreso a una institución corresponde al 3,3%, siendo el maltrato y la negligencia las principales causas. Debemos considerar además que lo que se ha llamado “abandono progresivo” es efecto de un conjunto de prácticas en las residencias que dificultan y obstaculizan la promoción de los vínculos entre el niño y su familia. El informe Anual sobre Derechos Humanos en Chile 2008 del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales es enfático en señalar que, ante la falta de programas que trabajen por la desinternación, los hogares no cuentan con recursos para promover los vínculos familiares de los niños, dado que los padres prácticamente no tienen ningún involucramiento en la crianza y educación de sus hijos internos. Sería interesante que Sename nos pudiera informar cual fue la principal causal, contemplada en la ley, para declarar a un niño susceptible de ser adoptado durante el 2010.
En este contexto Sename elaboró un nuevo modelo de intervención para trabajar con niños institucionalizados con proyecciones para la adopción. El propósito de este modelo es facilitar la adaptación del niño a una nueva familia a través de estrategias de entrenamiento emocional que le permitan al niño auto-regularse bajo situaciones de estrés. A su vez, este nuevo enfoque plantea que, sólo en la medida que un niño sea incorporado a una nueva familia, estará en condiciones de conocer y trabajar los aspectos relacionados a su historia antes de la adopción. Es más, la sola incorporación a la nueva familia pudiese ser suficiente para reparar todo tipo de vulneración previa, bajo la premisa de que lo verdaderamente reparador para un niño es vivir en el seno de una familia. Este aspecto que puede parecer consistente trae letra chica: ¿Qué ocurre cuando en realidad ese niño no fue abandonado por sus padres, sino que la declaración de susceptibilidad de adopción fue por la inhabilidad de estos, es decir, fue la acción de un tercero la que determinó la adopción en contra de la voluntad de los progenitores? Esta pregunta debe invitarnos a reflexionar sobre un aspecto inexistente en este nuevo modelo: la omisión de la realidad de las condiciones y efectos de la separación de los niños y sus padres. Así como también los efectos que tienen sobre un niño las situaciones de vulneración a sus derechos, que determinaron la institucionalización.
Uno de los aspectos que más llama la atención de esta intervención previa a la adopción es el énfasis en el “Entrenamiento de estrategias de autoregulación del niño bajo condiciones de estrés”. En esta etapa el terapeuta debe entrenar al niño en la adquisición de estrategias de regulación del estrés, a través de técnicas como la descrita a continuación:
“Recurrir a la contención emocional con un muñeco/a, peluche o juguete que sea de preferencia del niño/a. Dado que resulta complejo garantizar que el niño/a pueda tener un juguete y acceder al mismo en momentos de estrés, se recomienda que el programa responsable de su intervención, sea quien lo provea, lo cual desde un punto simbólico puede resultar en el inicio del vínculo terapéutico. La idea es que el niño/a pueda comprender y tener la posibilidad de recurrir a su muñeco o peluche (pudiendo abrazarlo y tranquilizarse con éste) cuando se encuentre estresado y no exista adulto responsable capaz de o disponible para contenerlo en ese momento. El principio que subyace a esta técnica es “ignorar-distraer y redirigir”, o sea, que el niño/a incorpore como estrategia de autorregulación el hecho de que cuando se sienta estresado y no exista regulación externa, pueda relocalizar su interés y su conducta en otras situaciones más positivas” (Sename, 2011).
Pareciera ser que este nuevo modelo está enfocado en reducir y prever el fracaso de la adopción, en lugar de preguntarse por aquello que hace sufrir al niño en la institución vinculado a su historia de separación afectiva y vulneración de derechos. Ahora bien, uno de los resultados que más sorprende al finalizar la intervención es que al momento de integrarse a su nueva familia el niño debe contar con un libro titulado “Mi Historia” el cual fue definido de la siguiente manera: “Deberá ser confeccionado por el propio terapeuta, de modo de no re-traumatizar al niño con su historia de abandono, vulneración y/o abusos en sus distintas manifestaciones. En la medida en que el niño/a cuente con más de siete años, podrá participar en forma marginal en la construcción del libro, siempre que ello se evalué como favorable. Es importante señalar que, con este grupo de niños/as, el terapeuta trabajará el libro con ellos/as una vez que esté listo y, en un evento único, le relatará la historia que ese libro contiene. Esto es sólo para que el niño tenga una noción general de ella, no para su elaboración, dejando en manos de sus nuevos padres, la necesaria profundización y análisis posterior. En casos de niños menores de esa edad, se podrá prescindir de contarles la historia y el material se prepara expresamente pensando en que sean los papás quienes lo usen después” (Sename, 2011, pág.5)
Al leer esto me surgen las siguientes preguntas ¿Cuál es el fundamento ético para que Sename decida que se le debe decir o no a un niño respecto a su historia? ¿Puede ser la edad o la capacidad de desarrollo lo que determina lo que puede saber un niño de su historia? Me parece inaceptable, desde todo punto de vista, pretender que la historia de un ser humano pueda ser administrada bajo cualquier condición. Esto nos debiese hacer recordar aquellos regímenes totalitarios que buscan controlar y manipular los discursos, los registros y los acontecimientos. Cuestión que desde mi punto de vista vulnera el derecho a la identidad considerado en el artículo 8 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño. A su vez, pretender que la historia es sólo una historia de abusos y vulneración es reducir la existencia de un niño a su medida de protección.
En el año 2006 el Servicio Social Internacional con sede en Ginebra, elaboró un documento que refleja claramente la importancia de las palabras y de la historia en los niños que están en vías de ser adoptados: “Es imprescindible, en primer lugar, hablar con el niño de su proyecto de vida. Incluso si es muy pequeño, se le debe hablar: si no comprende aún el contenido de las palabras que se le dicen, entiende la intención y eso lo alivia. Se trata de ayudar al niño a pensar su pasado, para construir o reconstruir su historia personal y empezar la construcción de un proceso de luto de lo que deja detrás (su vida en su familia de origen, la esperanza de volver a vivir en su familia de origen, su vida en la institución…)”. Pueden revisar el documento aquí.
Una política pública de estas características hace explícitas acciones concretas que buscan administrar y privar a los niños de su historia e identidad. Es un modelo que desconoce las condiciones y la situación de los niños vulnerados que viven en hogares y se centra en entregar un “producto de calidad” a los nuevos padres adoptivos. ¿Son este tipo de políticas las que Chile quiere para los niños más vulnerables? La historia pertenece a los niños y es por esa razón que no podemos quedarnos indiferentes ante esta grave situación. Me pregunto ¿Qué es un niño para Sename?
Diego Benítez, Psicólogo
Carta Colectivo Infancia y Política & Asamblea por la Infancia al SENAME
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